“Vos no podes hablar siendo el que tiene los mismos tres amigos desde la infancia”.

Bueno, bienvenido al siglo XXI..

Bienvenido a la época en que a nadie le importa quién sos, que haces, de donde venís ni a donde vas. Bienvenido al espacio/tiempo en que tu vida vale menos que tu cuenta bancaria y todo aquel fuera de tu familia puede traicionarte como si de un total desconocido se tratase.
Bienvenido al tiempo en que todos aparentan ser felices y tener una vida llena de diversión en sus redes sociales pero en la vida real están cansados de fallar y de vivir una monotonía que desgraciadamente no es momentánea.

Deseando ser como su ídolo o por lo menos vivir las mismas experiencias.
Conformándose con solamente poder ver sus fotos de instagram y sus historias de snapchat. Bienvenido al lugar donde cada fin de semana se trata de ahogar las penas y el sinsentido de la burda vida en algún boliche de por ahí o si no en la melancolía y los recuerdos que atormentan la cabeza de millones a la vez, recordándoles lo triste que son y los fracasos que deben sobrellevar.

Donde reina una frecuencia tan baja que se siente a años luz de distancia. Hoy en día todos parecen la persona más feliz del mundo pero no toma más de treinta escasos segundos de contacto visual fijo o una canción de piano estilo sentimental para quebrantar el ser de cualquiera y poder ver su verdadero estado emocional, en el que la sonrisa está vacía y cada abrazo carece de energía.
Tal como si de una máscara tratase, una máscara de ego y autoestima que no permite dejar a otras personas entrar y cada vez te sumerge más en la mísera miseria.

Mientras tanto la ansiedad carcome a más personas y los cigarros matan cada vez más pulmones como una serpiente mata a una indefensa rata que no puede hacer nada para zafar aún sabiendo que su fin está cerca.
Esa misma serpiente puede estar acechándote de lejos escondiéndose detrás de una sutil faceta que luce inocente, porque si hay algo que aprendí acerca de las personas es que por lo general (aunque no siempre) las más ‘buenas’ son las más peligrosas.
Sinceramente somos una mierda, siempre quejándonos de lo que no tenemos y buscando sin parar lo que está fuera de nuestro alcance y a su vez rechazamos todo lo que la vida nos ofrece y lo tiramos al olvido como si fuera un condón usado o un vídeo porno que al segundo de haber eyaculado ya no nos interesa, penoso.

La tristeza y la soledad es abundante en ésta época, ancianos que frecuentan bares en ruinas día tras día para tomar vino barato y recordar los buenos momentos que algún día le dieron sentido a su vida pero que hoy en día no son más que eso, recuerdos.
Personas que van al casino todos los días con la esperanza de hacerse ricos y debiendo cada vez más dinero a todo el mundo, mujeres que van a la peluquería tres veces por semana para conversar con alguien aunque sea del clima que no le importa a nadie. Todo ser humano tiene ese deseo de simplemente interactuar con desconocidos y estar en presencia de varios seres humanos a la vez y no sentirse tan sumergidos dentro del propio mundo ajeno, sediento de sentir algo por más irrelevante que sea para poder seguir adelante.

Es triste como estando tan conectados y en constante contacto de otras personas a veces nos sentimos solos en el universo, volviéndonos locos y teniéndole miedo al silencio que cada vez se hace notar más en el entorno cuando probablemente todo sea una estupidez y nos demos cuenta que no estamos tan solos y siempre hay alguien o hay varios de esos alguien que nos cubre la espalda y se queda a nuestro lado no importa qué.
Conocidos todos tenemos muchos, amigos todos tenemos pocos, muy pocos, demasiado pocos.


Así que dando como cierto que soy "el que tiene los mismos tres amigos desde la infancia"
te quiero hacer una pregunta;


¿Y vos?




 29/5/2017.
Leer escuchando:  Let it go.- James Bay. 


Nunca fue mi intención. 
No lo buscaba. 
No lo pedía. 
Pero existen situaciones que sin querer te van marcando la vida.
No quería que me amaras. 

Siempre creí que era necesario que uno de nosotros fuera quien mantuviera los pies en la tierra, por y para el otro. No es que te crea ingenuo o indefenso, para ser honesta nunca dejo que alguien se haga cargo de mi o considere cuales son mis sentimientos. Requiere de una cercanía que muy pocas veces estoy dispuesta a probar. 
Entonces... decidí ser yo, quien nos cuidara. Porque nuestra cercanía puede ser tan letal como nuestra distancia. 
Y lo intente... tanto como pude. Aguanté, tanto como creí poder aguantar. 
Pero nuestros cuerpos tienen ese algo que no nos tiene permitido escapar.
Vos solías decir que eramos inevitables, que existen esas determinadas situaciones que necesitamos que sucedan, y que a veces no nos queda mas nada que el dejarnos llevar por el aprendizaje.
Me hiciste ceder... como solo vos sabías hacerlo. Me gustaba eso de vos, que consiguieras con un pestañeo cosas que nunca haría por otro. 

Nunca te mentí y nunca lo haría.
Nunca tendría la suficiente cobardía de pedir que te quedaras solo por mi bien. Y aunque decidí correr con el riesgo de dejarme llevar por tu mirada, tuve siempre en cuenta que iríamos hasta donde nuestros orgullos nos permitieran.
Te mostré la verdad. Mi verdad... y te enamoraste. Te enamoraste de trazos mal trazados y heridas recién nuevas. Te enamoraste de ese infierno desenfrenado que daba la ilusión de mis pensamientos. te enamoraste de cada uno de los fantasmas que caminaban detrás de mi mirada.
O eso dijiste...
Lo entiendo, en serio. Creo que todos tenemos dentro la necesidad de cumplir con nuestra dosis de heroísmo. Algunos le dan el asiento a alguien en el ómnibus, otros crean la cura para alguna enfermedad y hay quienes se enamoran de causas perdidas. 

¿Eso es lo que soy para vos ahora no? Una causa perdida.
De otro modo no encuentro motivo alguno, más que el amor que le tenías a la idea de ser quien pudiese reparar algo que estaba destruido.

Ya no tengo tan claro, si el amor significa "amar por lo que es" o "amar  por lo que quiero que sea". ¡Qué delicada y frágil la línea que los separa!.
Sin embargo hay algo que tengo muy claro; "por lo que es" es presente y "por lo que sea" es futuro.
No creas que solo lo digo para señalarte y poner tu amor en juicio. Todo lo contrario.
Solo quiero sepas que yo también te quise, y esta vez va en pasado. Entiendo que tal vez fue mi culpa, por permitir que esto nos sucediera o por no haber escapado antes.
Pero tanto que la pediste y aunque nunca te la oculte. Acá va: la verdad... de nuevo.
Yo no soy mi futuro, ni nada de lo que vos puedas idealizar... 

Solo soy lo que queda de esta carne y unos frágiles huesos que están dispuestos a amar.
No puedo disfrazarme de cordero, si soy lobo. No pediré que me ames por algo que nunca podré ser.
Esto es lo que hay, esto es lo que me queda.
Quereme en presente, o mejor no me quieras. 



Acabo de abrir los ojos y me doy cuenta de que faltan cuatro horas. Nada importante, el tiempo es un arma pesada pero nunca me interesó la típica idea de un cumpleaños. Pero al igual que cada segunda semana de abril, algo pasa, algo real, usualmente mal llamado por mí como malo, que me despierta en las noches. No, no es esa conciencia popular de estar un pasito más cerca de morirse, no es el desapego del fervor adolescente, no es percatarme de lo efímero de mi ser. En cuatro horas voy a tener dieciocho años y los mismos conflictos internos de siempre. Dieciocho y el mismo cuerpo de siempre. Dieciocho, y las mismas expresiones de siempre. Dieciocho, y el mismo acné de siempre. Dieciocho, y las malas costumbres de siempre. Dieciocho y, ¿los mismos amigos de siempre? No es el insomnio ni yo lo que hace mis noches eternas, son ustedes. Ustedes que probablemente en cuatro horas me saluden, o incluso me llamen, llenándome de palabras lindas los oídos, recordándome que soy cosas que ni yo sabía que era. Y lo horrible, es que es hermoso, es que me emociono bestialmente y hasta derrapo alguna lágrima. Pero lamentablemente más lágrimas derrapo los otros 364 días del año. Quiero por un momento dejar de mentirme a mí misma y llorar por cada persona por la que en silencio hubiese dado la vida y aún así hoy ni nos miramos, cada persona a la que la tuve en una instancia casi celestial y me defraudó a niveles subterráneos, cada persona que disfruta verme bien pero no sabe mi nombre cuando estoy mal, cada persona que me invita a tomar un té pero sólo en grupo y sin azúcar, cada persona que sabía un pedacito de mis secretos y sin embargo los contó a conveniencia, cada persona que me juraba honestidad brutal para seguir mintiéndome a mis espaldas, cada persona que crea que en este momento debería estar irradiando felicidad por mañana cumplir años. Y nada menos que dieciocho. Si voy tener la edad suficiente como para ir en cana, también la voy a tener para poder expresar esto. Esto, tan bobo y tan pequeñito, como una molestia en el zapato que poco a poco te va rompiendo el pie. Y ya me cansé de no poder caminar descalza. Ya casi completo un año más de mi vida y me doy cuenta que más efímero que mis años son las personas que han pasado y pasan por ella. También pienso en lo ambigüo e irónico es que me saluden por haber nacido un día como hoy, casi como celebrando mi existencia, cuando después se olvidan de ella el resto del año.

Y juramos que esto nunca iba a pasar
Entramos al juego sin advertirlo 
pero ya no podíamos escapar 
ni dejar de sentirlo. 


Día a día, paso a paso
Porque no nos invada el pasado
Unidos contra todo
Que valga la pena cada minuto luchado



Aprendimos a aceptarnos
con cada luz y con cada llanto
Aprendimos a levantarnos
y a hacer de cada defecto un encanto

Darte la mano
Nunca soltarte
Amarte por lo sobrehumano
Y sobre todo valorarte 


Hasta ver la vida desde abajo crecer
Hasta poder tocar la pared del universo
Hasta el póstumo amanecer
Hasta que se escriba el último verso
Y un poco más

Una tarde, muy divertido, con amigos que ya no son míos; decidí que ese día podía faltar a clase sin consecuencias, y me quedé, me quedé tomando una coca cola en la plaza, escuchando música. La tarde se consumió junto con el cigarro de Emiliano y lo que iban a ser 45 minutos de 'libertad' terminó siendo todo ese día. Tenía no sé, quince años y no creí que fuera más que eso, pero eventualmente aparecieron más tardes lindas y con ellas, desapareció mi motivación de entrar a clase. Fui perdiendo paulatinamente el manillar de mi bicicleta que estaba en constantes mejoras.

Para todo hay una etapa ideal en la vida y quemarlas es lo peor que podes hacer, ya sea por aparentar, por desmerecer la importancia de las cosas o simplemente por no afrontar un pequeño rato de esfuerzo.
Que, si vamos al caso, no debería ser considerado 'esfuerzo' algo que es parte de nuestro proceso natural de adaptación; pero yo creo que en realidad una vez que te salís de la ruta, te das cuenta que ir por el pasto es más fácil. El tema es que la ruta va marcada y tiene un final, un destino, en cambio por el pasto podes vagar durante mucho tiempo hasta volver a ver el asfalto, y la tracción no es la misma.
Entonces ¿Qué pasa? una vez que probas que caminar por el pasto es mas suave, más fresco, te parece agobiante volver al calor de la ruta, a respirar el vapor del alquitrán y crees que estar en la ruta, significa vivir en ella. Te olvidas que solo es un trayecto y no una estadía. De ahí nace el concepto de esfuerzo, el odio por éste.

Así como el cigarro de Emiliano, él también cumplió un ciclo en mi vida y no sé a él, pero a mi me dejó marcado, porque lo que inicialmente fueron 45 minutos, terminaron siendo 5 años.
Cinco años de -por ejemplo- inscribirme en el liceo y no asistir a ninguna clase. O asistir a una o dos por día para salvaguardar mi conciencia, olvidándome completamente del tiempo, de las etapas y de todo.
Cinco años de no hacer nada y perder el interés por las cosas, en mayor o menor intensidad; con altos y bajos en esos períodos de tiempo, pero perdiéndolo al fin.

Actualmente me doy vergüenza y nada de eso quizás hubiera pasado si ese día entraba a la puta clase de química.
Tengo que hacer un esfuerzo mayor, al trabajar y estudiar al mismo tiempo, al dormir pocas horas porque estudias de noche y trabajas de día, al tener que ahorrar todo eso que patiné; que no fue nada más que tiempo, tiempo que actualmente me falta y cada vez más. Porque lo relojes no paran por capricho de nadie.

No estoy vertiendo la culpa en nadie, fue mi decisión quedarme allí, fue mi decisión todo esto, pero jamás pensé que fuera a pasar de ésta manera.

Hoy me propongo volver a la ruta, caminando, descalso y sin championes, habiendo perdido todo lo que antes me podría haber ayudado, pero teniendo algo mucho más importante; conciencia.

Esa bicicleta a la que le perdí el manillar, podría haberla cuidado más y seguirla mejorando, actualmente sería un medio de transporte más cómodo, más eficaz e inclusive más placentero. Pero no, preferí pedalear por el pasto dejando que mi rumbo lo tomen decisiones cómodas y aleatorias acorde a mi día; me propuse vivir el momento y me olvide de construirlo.

Cae el sol y caen tus brazos desde mis hombros. Todo se desploma al unísono en silencio.
El cielo lo sabe y se torna color rosa. El mismo rosa que tiene ya tu cansada boca.
El sol se quiere esconder al igual que tus ojos de los míos. Y bajan.
Me pierdo sintiendo los últimos rayitos de calor. Tengo frío.
Ya casi no veo. Ya casi no te veo.


vamos queriendo encajar
en diversos estereotipos sociales,
queriendo reconstruir nuestros cuerpos
según las revistas internacionales,

vaciar nuestras mentes y llenarlas
de ideales y pensamientos ajenos,

cada vez vamos siendo menos propios, 

cada vez buscamos nuestras falencias con microscopio,
características nuestras que nos hicieron creer equívocas,
características que se volvieron fatídicas,
ya que claro, es un horror ser raro,
causa tanto temor ser criticado
que sólo vemos como camino acertado
el seguir los variantes creados
por medios de comunicación errados,
por mentes cerradas e ignotas,
pues pareciera que vale más la opinión externa
que la esencia interna;

cada quien quiere encajar,
volverse chiquito y entrar 
en un frasco social imperfecto
que moldee nuestro intelecto,
que no lo deje razonar,
porque el poder de pensar,
el poder de ser capaz de interrogar,
de dudar a toda costa,
es para la sociedad jerarquizada 
un arma que no debe ser empleada;

el poseer educación
llama la atención,
porque con ella se tiene
el poder de decisión,
decisión sobre uno mismo,
ser yo quién decida
sobre mi propia vida
y no permitirle a los demás
juzgar lo que según ellos está de más
en mi existencia,

porque la presencia de cada uno de nosotros
es un ente que debe ser moldeado
al antojo de los poderosos,
quieren que seamos los consumidores
de todos sus antojos,

¡entonces provoquemos su enojo,
quebrantemos sus deseos,
creemos un ideal propio,
uno que no siga la ficción,
provoquemos la revolución!


Y de repente tuve ganas de escribir sobre el inmenso desasosiego que me genera mirarte, y no saber en que estas pensando. O mirarte, y escuchar lo que tenes para decir, creyendo que no es nada pero siempre es tanto, todo tanto. Mirarte, pero perdido por todo lo que generas en mi, que todavía no puedo describir con palabras pero lo intento. Me pasa de mirarte y saber que te estoy mirando a vos, solo a vos, a nada mas que vos en el mundo, sos tu y todo lo que representas. O solo mirarte un ratito. Y ta. No aspiro a mucho tirando unas palabras vacías sobre sentimientos porque no es lo que hago, usualmente le busco el significado a todo y no se que tan bien este eso, pero el hecho de quedar mongólico por lo que cuenta tu presencia me pega en serio, sedado por sentimientos y no mucho más; que no quiere decir poco porque ojo; que sos abundantes cosas esta claro. Una de las características más valiosas que encuentro en una persona, es, realmente, tener contenido, lo interesante que puedas sacar de una conversación casual. Yo no tengo buena memoria pero te puedo asegurar que ningún momento queda en lo efímero, y te pido que me agarres bien fuerte porque esta brisa hace que se me vuelen las ideas de la cabeza, y al final me quedo a solas con mi corazón. Con aquel y contigo.





Perdí el rumbo por tener todos los días la idéntica y constante rutina; de abrir los ojos, vivir mecánicamente la vida, y pasadas unas horas volver a cerrarlos.


Perdí el rumbo por el camino que iba gracias a mis propias elecciones, por no animarme a “pintar por fuera de la raya” en mis dibujos, por miedo a que lo que intentaba mostrar quedara feo a los ojos ajenos.


Perdí el rumbo de muchas cosas en mi vida, porque callé y no pregunté por dónde se salía, a dónde llevaban las rutas que recorría.


Intenté (y sigo intentando) girar el volante completamente de nuevo, y volver a la senda recta por la que iba; pero me vuelvo a desviar de la carretra haciendo zigzag por donde me mueva. Al querer dirigir derecho, lo hago de costado; soy yo quien tiene el poder sobre el vehículo, pero hoy el vehículo me dirige a mí; sin saber con exactitud a dónde ni porqué; pero como si tuviera voluntad propia me lleva, y me lleva lejos de donde quería llegar.


Hoy perdí el rumbo, me salí de la raya, corté la carretera; y me voy a otro lugar.

 Te siento cerca y te miro. Te observo como nunca nadie te ha observado y sonrío. Sonrío porque me es imposible describir que sucede dentro de mi. Sonrío porque no me queda otra, estoy entregado a ti.


Y no es por obligación, sino por convicción de lo que siento por ti, lo que siento a traves de ti. Nunca me lo imagine, y la carta del destino me dice que lo inesperado es más atractivo e interesante.


Lo que me hace sentir esto es mirarte. Mirarte y sentir que mi alma se vuelca dentro de tus ojos y por un momento nos transformamos en una sola entidad que tiene en común un simple sentimiento: amor.

A veces pienso, ¿cómo pudo pasarme a mi? Creo que es porque confíe en ti y confío. Confío a ciegas en vos. Doy todo por entenderte y en ese dialogo de empatias que tenemos diariamente, nació esto. Me pasó porque hice algo que hoy en día se está por extinguir y es quererte sin condiciones, abrazarte con ilusión y sorpendiendote.

Mirame. Mirame como te miro. Sentí como yo siento y vas a ver que este viaje al que te estoy invitando recién comienza.

Confiemos, entendamos, queramos.

En algun momento de nuestras vidas nos sacamos el 5 de Oro, o el mismo nos encuentra cuando menos lo esperemos.


la sociedad dividida,
categorizada,
reprimida;
nos creemos libres,
dueños del pensamiento propio,
nos creemos opio,

droga psicodélica,

nos creemos  seres de otras galaxias,
creemos que el futuro en nuestras manos descansa;
pero marionetas somos
y de hilos muertos colgamos,
con dedos invisibles
nos movemos, andamos;

¡nos pensamos invencibles!

muchas veces nos buscamos
entre páginas de libros,
entre los gusanos;
miramos por la rendija,
de alguna ventana chueca,
tratando de ver por algún orificio
la luz del sol que se aleja,
queriendo buscar claridad
entre tanta ansiedad colectiva;

caminan, caminan y corren,
se chocan, tropiezan, putean,
te miran, te sienten, te celan,
te odian, te buscan, te aprietan,

la sociedad dividida se inquieta,
porque vive buscando a ciegas,
a tientas en una habitación repleta
de muchas mentes que piensan
sin usar la imaginación,
qué viven de la indignación
que causan las últimas noticias
de un canal de televisión;
la sociedad jerarquizada,
bien armada,
estigmatizada,

cada persona sin saberlo,
está categorizada.


Inhalo, exhalo. El aire escapa de mis pulmones haciéndose espacio entre molestos silbidos producto de su mala salud, según personas que dicen saber de esas cosas, es un enfisema; a mi aún no se me ocurrió ni googlearlo. Estoy ocupado escribiendo esto entre el molesto craqueo que se cuela entre mis metacarpos y las falanges, personas que dicen saber de eso viven repitiéndome que es artrosis, pero ahora no tengo tiempo de escucharlos. Estoy ocupado intentando escribir esto e ignorar el frío punzante que siento en los pies, nadie me ha dicho nada de eso aún; pero yo sé que es un signo claro de mala circulación. Saldría a correr, pero no tengo tiempo. Estoy tratando de leer lo que ya llevo escrito entre la mugre de mis lentes, lentes que solo uso porque una vez un especialista me dijo que tenía astigmatismo y aunque no sepa escribirlo bien, supongo que es malo, ninguna palabra con tan fea fonética puede ser buena.

Gracias a estas líneas puedo ver que mi cuerpo no refleja el estado de mi mente, puedo sentir como la muerte se cuela entre mis óseas y poco a poco me arrastra a ella.

En la ruta las distancias se miden en kilómetros, en este caso, en ésta ruta los mojones están cada 365 días, solo para recordárte cuan cerca estas de una entidad antropomórfica que lleva una capa negra y una hoz del tamaño de tu conciencia (llámese Azrael, Shinigami, Tánatos, Keres o domingos de resaca en familia), esa misma entidad encargada de llevarte al pasaje que todo mortal desconoce, pero debe atravesar.

Siempre me causó curiosidad lo que pasa cuando tu corazón deja de bombear sangre, cuando tu cabeza deja de procesar la información, cuando el cuerpo deja de pertenecerte y todo lo que aprendiste o fuiste en éste proceso banal queda inutilizable, me pica tanto la curiosidad que en más de una ocasión miré el suicidio como una idea tentadora.
No me malinterpreten, mi plan no es escapar de nada de lo que me pase en vida, lo veo como un experimento fácil, donde solo necesitas una hipótesis, una cuerda áspera y la habilidad de transmitirle 'lo que hay después' a los mortales.
Pero ¿Quién me creo yo como para privar a la gente de la intriga? Tantas religiones, tantos hombres de ciencia y tantos cultos serían echados a la basura cuando mi soberbia me permita jugar a ser dios. Cuando ésta me brinde la información necesaria como para iluminar los caminos de los demás, cuando les cuente que acá no hay más, que no es tan asombrosa la muerte como parece, que no es más que sentarte a jugar al ludo o las damas con enormes cuerpos rojos de apariencia hostil y mal perdedores.

No les voy a mentir, muchas veces lo he intentado y por factores externos jamás llegué a mi cometido, ya sea mi familia -que no entiende que mi cuerpo colgándo del techo es un lindo adorno de halloween- o molestos doctores que gracias a un juramento -cuyo nombre no recuerdo pero es parecido a 'hipocresía'- creen que pueden robarte la voluntad de descansar en un féretro y sin preguntarte nada te traen otra vez a la pista, pero con muchos cableados y jeringas de por medio; no he llegado al climax.
Pero les puedo decir, por lo poco qué sé, que eso de las luces blancas al final del pasillo, el cielo y el infierno, son todo mentiras de hollywood; lo único que podes llegar a vislumbrar no son más que pequeños túneles donde cabe tu alma y cada uno de éstos te lleva a un destino diferente, como si fuera ese truquito del super mario donde te podes saltar niveles metiéndote a un caño verde mal dibujado donde habita una planta roja que vive con acidez.


Bajo el riesgo de contradecirme por lo que dije renglones más arriba les cuento que a mi concepción la muerte no existe de la forma que la conocemos, porque comúnmente se cree que morir es cuando el cuerpo deja de ser funcional.

Para mi somos más que éste envase, aunque le demos tanta importancia -nos cuidemos, váyamos al gimnasio, nos maquillemos e incluso lo adornemos con prendas que destaquen nuestra personalidad-, no es más que aparentar, aparentar una condición, un status, status que a su vez no es más que un invento de grandes marcas; marcas inventadas por grandes personas que supieron crearte necesidades y vos como un boludo fuiste a solventarlas.
Pero bueno, no es el punto en este caso; me refiero a que no somos el envase, no morimos cuando éste deja de funcionar, morimos cuando nuestra alma/atman ya no tiene nada más que aprender; nuestra vida no son setenta años, son mil y por más de que escapemos de una, si no estamos preparados, vamos a renacer en otra y así sucesivamente. Al menos esa es mi concepción de la muerte y esos pequeños túneles, son el abanico de posibilidades que se nos presentan en el Sattva (así es como elegí llamarle a ese espacio previo donde no somos vida, no somos feto, solo somos energía; ya sé que no significa plenamente eso, pero es mi texto, no el tuyo). Y cada uno de esos túneles desembocan en un útero diferente. En una vida diferente, en un envase y un contexto diferente.

¿Vos elegiste bien tu túnel?