Él, no solo era mi peor enemigo, era
algo mucho más desarrollado que eso, ya golpeaba la puerta de nuevos niveles; es más, de ser posible, desearía que mi féretro estuviera
forrado por su piel.
Piel que con orgullo y buena predisposición yo
mismo apartaría de su carne incluso con los dientes con tal de
permitirme esa fantasía.
Estábamos parados frente a frente, solo teníamos una bala cada uno y casi como en la escena más digna del buen Western, estábamos dispuestos a descargarla en el entrecejo del otro.
Estábamos parados frente a frente, solo teníamos una bala cada uno y casi como en la escena más digna del buen Western, estábamos dispuestos a descargarla en el entrecejo del otro.
Sin piedad, ni por reclamar el mérito de la habilidad, solo
nos podía satisfacer la eliminación del otro; nos odiábamos tanto y
nos teníamos tan presentes que hasta en lo bueno pensábamos siempre
en el otro. Comparábamos nuestras metas y medíamos nuestro fracaso
bajo el estandarte de esta dualidad.
▬ Tu actitud es recalcitrante, estás
expectante a mi próxima tajante, se te nota en el semblante, ni
esforzándote pudiste adelantarte. Yo creo que deberías replantearte
– Su rima (aunque eso pretendía) no logró intimidarme, no movió
ni el más ínfimo ni insignificante músculo de mi cara; tenía bien
claro que cualquier perro puede ladrar, hasta el caniche más pequeño
utiliza este recurso y hasta me atrevería a decir que ellos son
quienes abusan del mismo, amenazan para cubrir su capacidad de
reacción. Intentan vender miedo para no tener que crearlo, porque no
son capaces
▬ ¿Te comiste un guiso de dtoke? ¿Por qué me recitas? - El desconcierto era tal que lo extraño de la situación hasta me causaba gracia. No comprendía muy bien
▬ ¿Te comiste un guiso de dtoke? ¿Por qué me recitas? - El desconcierto era tal que lo extraño de la situación hasta me causaba gracia. No comprendía muy bien
▬ Viví hermano, dejá de quejarte de
todo y de buscar lo malo en los demás para poder jactarte de una
actitud superior. Que no llevas a cabo, te imaginas un poncho más
caro del que te podes comprar y jugás a ponértelo en tus sueños. -
Acababa de partirme la jeta con una realidad, no estaba siendo yo, no
estaba actuando en consecuencia a lo que era.
Había permitido que la sombra de mis
fracasos me oscurezca y oculte de la óptica de todos, menos de la
mía. En mi cabeza yo seguía ahogado en el mismo éxito que ahora
dudo haber siquiera tenido.
Bajé los ojos del espejo y comencé a
cepillarme los dientes. Estaba llegando tarde por discutir con mis
inventos.