Leer escuchando:  Let it go.- James Bay. 


Nunca fue mi intención. 
No lo buscaba. 
No lo pedía. 
Pero existen situaciones que sin querer te van marcando la vida.
No quería que me amaras. 

Siempre creí que era necesario que uno de nosotros fuera quien mantuviera los pies en la tierra, por y para el otro. No es que te crea ingenuo o indefenso, para ser honesta nunca dejo que alguien se haga cargo de mi o considere cuales son mis sentimientos. Requiere de una cercanía que muy pocas veces estoy dispuesta a probar. 
Entonces... decidí ser yo, quien nos cuidara. Porque nuestra cercanía puede ser tan letal como nuestra distancia. 
Y lo intente... tanto como pude. Aguanté, tanto como creí poder aguantar. 
Pero nuestros cuerpos tienen ese algo que no nos tiene permitido escapar.
Vos solías decir que eramos inevitables, que existen esas determinadas situaciones que necesitamos que sucedan, y que a veces no nos queda mas nada que el dejarnos llevar por el aprendizaje.
Me hiciste ceder... como solo vos sabías hacerlo. Me gustaba eso de vos, que consiguieras con un pestañeo cosas que nunca haría por otro. 

Nunca te mentí y nunca lo haría.
Nunca tendría la suficiente cobardía de pedir que te quedaras solo por mi bien. Y aunque decidí correr con el riesgo de dejarme llevar por tu mirada, tuve siempre en cuenta que iríamos hasta donde nuestros orgullos nos permitieran.
Te mostré la verdad. Mi verdad... y te enamoraste. Te enamoraste de trazos mal trazados y heridas recién nuevas. Te enamoraste de ese infierno desenfrenado que daba la ilusión de mis pensamientos. te enamoraste de cada uno de los fantasmas que caminaban detrás de mi mirada.
O eso dijiste...
Lo entiendo, en serio. Creo que todos tenemos dentro la necesidad de cumplir con nuestra dosis de heroísmo. Algunos le dan el asiento a alguien en el ómnibus, otros crean la cura para alguna enfermedad y hay quienes se enamoran de causas perdidas. 

¿Eso es lo que soy para vos ahora no? Una causa perdida.
De otro modo no encuentro motivo alguno, más que el amor que le tenías a la idea de ser quien pudiese reparar algo que estaba destruido.

Ya no tengo tan claro, si el amor significa "amar por lo que es" o "amar  por lo que quiero que sea". ¡Qué delicada y frágil la línea que los separa!.
Sin embargo hay algo que tengo muy claro; "por lo que es" es presente y "por lo que sea" es futuro.
No creas que solo lo digo para señalarte y poner tu amor en juicio. Todo lo contrario.
Solo quiero sepas que yo también te quise, y esta vez va en pasado. Entiendo que tal vez fue mi culpa, por permitir que esto nos sucediera o por no haber escapado antes.
Pero tanto que la pediste y aunque nunca te la oculte. Acá va: la verdad... de nuevo.
Yo no soy mi futuro, ni nada de lo que vos puedas idealizar... 

Solo soy lo que queda de esta carne y unos frágiles huesos que están dispuestos a amar.
No puedo disfrazarme de cordero, si soy lobo. No pediré que me ames por algo que nunca podré ser.
Esto es lo que hay, esto es lo que me queda.
Quereme en presente, o mejor no me quieras. 



Acabo de abrir los ojos y me doy cuenta de que faltan cuatro horas. Nada importante, el tiempo es un arma pesada pero nunca me interesó la típica idea de un cumpleaños. Pero al igual que cada segunda semana de abril, algo pasa, algo real, usualmente mal llamado por mí como malo, que me despierta en las noches. No, no es esa conciencia popular de estar un pasito más cerca de morirse, no es el desapego del fervor adolescente, no es percatarme de lo efímero de mi ser. En cuatro horas voy a tener dieciocho años y los mismos conflictos internos de siempre. Dieciocho y el mismo cuerpo de siempre. Dieciocho, y las mismas expresiones de siempre. Dieciocho, y el mismo acné de siempre. Dieciocho, y las malas costumbres de siempre. Dieciocho y, ¿los mismos amigos de siempre? No es el insomnio ni yo lo que hace mis noches eternas, son ustedes. Ustedes que probablemente en cuatro horas me saluden, o incluso me llamen, llenándome de palabras lindas los oídos, recordándome que soy cosas que ni yo sabía que era. Y lo horrible, es que es hermoso, es que me emociono bestialmente y hasta derrapo alguna lágrima. Pero lamentablemente más lágrimas derrapo los otros 364 días del año. Quiero por un momento dejar de mentirme a mí misma y llorar por cada persona por la que en silencio hubiese dado la vida y aún así hoy ni nos miramos, cada persona a la que la tuve en una instancia casi celestial y me defraudó a niveles subterráneos, cada persona que disfruta verme bien pero no sabe mi nombre cuando estoy mal, cada persona que me invita a tomar un té pero sólo en grupo y sin azúcar, cada persona que sabía un pedacito de mis secretos y sin embargo los contó a conveniencia, cada persona que me juraba honestidad brutal para seguir mintiéndome a mis espaldas, cada persona que crea que en este momento debería estar irradiando felicidad por mañana cumplir años. Y nada menos que dieciocho. Si voy tener la edad suficiente como para ir en cana, también la voy a tener para poder expresar esto. Esto, tan bobo y tan pequeñito, como una molestia en el zapato que poco a poco te va rompiendo el pie. Y ya me cansé de no poder caminar descalza. Ya casi completo un año más de mi vida y me doy cuenta que más efímero que mis años son las personas que han pasado y pasan por ella. También pienso en lo ambigüo e irónico es que me saluden por haber nacido un día como hoy, casi como celebrando mi existencia, cuando después se olvidan de ella el resto del año.